jueves, 17 de septiembre de 2015

"Entre puntadas", de Erika Ewel

"Laberintos" Serie. 45 x 45 cm. 2915
El pasado jueves 10 de setiembre se inaugurò en la Galeria “Blanco” de La Paz, la exposición “Entre puntadas” de la conocida artista boliviana Erika Ewel.
Erika Ewel, (Santa Cruz 1970) vive y trabaja en La Paz. www.erikaewel.com
He venido siguiendo su obra  desde que llegue a Bolivia en el 96.
En esta exposición, presenta obras verdaderamente textiles, y quizás sea la primera vez que la costura y los bordados son los principales protagonistas, aunque han estado presentes de algún modo en muchas de sus obras. Una nueva audacia…
La artista me cuenta que comenzó a expresarse a través del collage… y de este modo, inserta dibujos en óleos, otras veces son bordados casi imperceptibles sobre lienzos pintados al óleo, y otros elementos, a veces metálicos, como los corazones y la cadena que los une en su “Tríptico dorado”, una obra de 1996, que forma parte de una serie con el tema de “Mujeres cautivas”. Esa obra me resulta tan intensa, que casi siempre la identifico con ella.
Erika usa el dibujo, la serigrafía, las fotografías, muchas veces de familiares, que relaciona con recuerdos,  (nostalgias de su propio ser?) y donde la mayoría de las veces son figuras femeninas….
Porque es lo que más le motiva, expresar lo femenino, desde una mirada delicada e intimista. 
"Paisaje bordado", 37 x 37 cm. 2015
Quizás es por eso que sus dibujos de vaginas, y sus oleos y fotografías de su propio cuerpo desnudo, mostrándose desde su propio punto de vista, hacen pensar en la situación de la mujer, pero no ofenden.

Esto va de acuerdo con los títulos de sus series… “La Mujer rota”, “Mujeres cautivas”, y muchas más a lo largo de estos veinte años de producción artística.
El “Tríptico dorado” al que hago alusión, fue analizado en el libro “La ciudad imaginaria, un análisis sociológico de la pintura contemporánea en Bolivia “ de Alicia Szmukler. "
Dice la autora:"En el pensamiento cristiano occidental, el corazón es el lugar de los sentimientos y los afectos; empero, para las culturas tradicionales, es el espacio de la inteligencia y la intuición. Así, los corazones como extremos de una vagina imaginaria, replantearían el tema de la sexualidad femenina, desobjetivizàndola: el sexo, no como objeto, sino humanizado, humanización que no implicaría únicamente una actitud afectiva, emocional, sino también mental, cerebral, por parte de la mujer. Se trataría de una aproximación feminista a la sexualidad."
 
"Triptico dorado" 165 x 111 cm. 1996
Hace un tiempo, Erika me mostró algunas obras de su quehacer actual, que incluyen costura y bordado, de un modo más explícito que en las anteriores.
Estas obras son las que forman parte de su última exposición,” Entre puntadas”
Viéndolas, recibí respuesta a mis interrogantes, ya que no tenía muy claro el porqué de este protagonismo de la aguja junto al pincel, al tinte, y al desgarrado, que forman parte, si, de mi propio mundo.
Erika me explica que empezó muy temprano a incluir el bordado en sus obras. Y ahí surge como ejemplo una vez más, el "Tríptico dorado" del 96, donde ella borda unas flores de lis para enfatizar la impronta femenina, ya que está convencida de que la actividad del bordado está asociada a la mujer, incluso cuando ella está inserta en el mundo moderno… pero se trata de una inserción a medias: cumple los roles que la nueva sociedad le reclama, reflexiona,  pero sin abandonar los que la ¿antigua? sociedad le requería. Los corazones están unidos por una especie de hilo encadenado cosido al lienzo, agrega, lo cual intentaría crear una sensación de sufrimiento y martirio porque la acción involucra a un objeto punzante que atraviesa una y otra vez el lienzo. 

Sigue su relato hablándome de su serie de los “Wallpapers”, unos empapelados setenteros que su esposo encontró en  el depósito de sus padres… “estos empapelados significan todos los conceptos que contiene mi obra: lo cotidiano, lo femenino, el diseño en patrones, lo íntimo”.

En esta propuesta, veo pintura, manchas, teñido, desgarrados, 
"Manto"158 x 117 cm.2015




Erika me dice que las manchas la llevaron a definir el siguiente paso con las telas. De este modo, rescató telas de viejos tapizados y empezó a jugar con ellas. “No es tan lúdico como el collage (que inicié en Brasil en los 90) y es la primera vez que me animo con una máquina de coser… pero como soy testaruda y sigo hasta que salga la cosa, ahí voy. Soy de las que me aburro, no repito series, sino elementos y conceptos, admito que esa es una constante en mi trabajo.”







sábado, 5 de septiembre de 2015

Arte y Poesia para coser el mundo...


Maria Lai, Ulassai 1919, Cardedu 2013, Cerdeña, está considerada como una de las voces más  singulares del arte italiano desde el final de la Segunda Guerra.

Empecé a interesarme en su obra a partir de un artículo que encontré en la web sobre una exposición del  Museo Madre de Napoles en 2008,”Ricucire il mondo” . He seguido investigando sobre la obra fascinante de esta gran artista y su interés por lo femenino y las antiguas tradiciones de su tierra natal y quise dar a conocer algo de su producción, que es vastísima.



 “Ciò che appare, cio è la cultura contemporanea, che senz’altro ho acquisito fuori dalla Sardegna, e che mi permette un dialogo col mondo, è solo la punta dell’iceberg. [...] Ho dietro di me millenni di silenzi, di tentativi di poesia, di pani delle feste, di fili di telaio”.



 Nunca tuve oportunidad de visitar Cerdeña, y tampoco el Sur de Italia, de donde eran oriundos dos de mis bisabuelos, pero he quedado atrapada por la obra de esta artista que estuvo en el mundo el mismo tiempo que mi madre, una mujer que de algún modo también “cosió” nuestro mundo.

Maria Lai nació en Ulassai el 27 de setiembre de 1919.

El paisaje de Ulassai, en la isla de Cerdeña donde transcurre su niñez, es áspero y luminoso, con paredes rocosas entre valles barridos por el viento. Su salud enfermiza hizo que se  quedara  a vivir  hasta el fin de su infancia con sus tíos que vivían en el campo, evitando la  inserción en la escuela y permitiéndole prolongar el tiempo de la libertad. En el campo su juego favorito fue garabatear las paredes de su habitación. 
A la niña de viva imaginación, cuya vida transcurría entre actividades domésticas  de índole femenina,  todo le incentivaba la curiosidad, cargándolo  de significado. Crecía feliz inventando historias, pero la soledad de su infancia le iba a reservar un  impacto difícil con el mundo externo, que llegaría a sus nueve años, al  iniciar contacto con la escuela pública en Cagliari.
De adolescente, Maria conoce al escritor Salvatore Cambosu, su profesor de italiano, con el cual aprende a leer y amar la poesía.
A los quince años, logra convencer a su familia de mandarla a tomar lecciones con Francesco Ciusa y sucesivamente, con el pintor futurista Gerardo Dottori, presente en Cagliari por un breve perìodo.
Su especial talento para el dibujo y la tempera hace que sus padres la envíen a la Península, y en  1940 deja Cerdeña para inscribirse  en el Liceo Artístico de Roma. Su encuentro con Marino Mazzacurati en Roma, y luego con Arturo Martini y Alberto Viani en el curso de escultura de la Academia de Bellas Artes de Venecia, donde es la única mujer aceptada (1943 al 45) serán determinantes para su formación.
Después de la guerra, de regreso a Cerdeña, se reencuentra con Salvatore Cambosu, con el que mantiene una intensa amistad, y  será su sostén en uno de los momentos más críticos de su trabajo como artista. Con Cambosu, entre 1945 y 1954 recupera energías y confianza para reemprender su camino y regresar a Roma.  

En los 50, toma contacto con los nuevos fermentos que transforman el mundo del arte, como el desarrollo de lo Informal,  el Arte Povera y el Arte Conceptual en los 60. De estos movimientos, ella desarrollará un especial interés en los materiales, en especial los orgánicos, así como aquellos relacionados con la civilización pre-industrial. Estos intereses se iban a ir filtrando a través de una sensibilidad absolutamente individual.
En los 60, se distancia cada vez más de los círculos artísticos, y se compromete más profundamente con desarrollos literarios y poéticos, a través de sus contactos con autores como Giuseppe Dessi, a quien reencuentra en 1956, y juega un papel fundamental en su formación, permitiéndole redescubrir el valor de las leyendas y de la Historia de Cerdeña. A partir de este periodo, la relación con las tradiciones de su tierra se vuelve central en su trabajo, donde se mezclan una mirada conceptual con una matriz antropológica. Junto con el dibujo, su producción se ve enriquecida con temas y materiales cercanos a una cultura antigua y popular como en el caso de sus esculturas de pan, en sí mismo un producto llano y perecedero, que está muy ligado con la vida de todos los días y el trabajo de la mujer.



Durante los 70, la artista también crea una serie de obras muy importantes con respecto al desarrollo de su lenguaje artístico, que ella denomina “telai” (telares), obras que combinan pintura y escultura y en las cuales la antigua tradición de tejer estará abierta a nuevas posibilidades de composición. 




Aquí la verdadera estructura del telar, la urdimbre y el cruce de la trama son elementos que la artista interpreta y elabora con absoluta libertad de composición, para evocar la intimidad y el diario cuidado en un mundo de gestos femeninos, y produciendo obras que mezclan abstracción y paisaje, color y materia, gesto y composición.
Como los telai son obras tridimensionales, abandonan la dimensión de la pintura, y en ellos, dira la crítica, “la técnica y los instrumentos para tejer son transformados en un lenguaje formal que crea un diálogo íntimo con artistas como Anni Albers, Louise Bourgeois y Greta Bratescu.”

Geografias y Libros son series que la artista produce a fines de los 70. En la primera, la historia se organiza alrededor de grandes composiciones hechas con telas y bordados que representan los planetas, constelaciones  y geografías imaginarias,  



mientras  que los libros están entre sus más conocidas creaciones. (En 1978 presentó su libro hoy muy celebrado, “Scalpo”, en la Bienal de Venecia)
Entre ellos, la Leggenda del Sardus Pater, 1990, es uno de los ejemplos más importantes. Aquí, los atados entre tejido, bordado y escritura se vuelven intensos y apretados, el eco de una relación que evoca los comienzos de la narrativa antigua.





"En todo el trabajo de Maria Lai, el gesto de tejer se vuelve una meditación conducida en soledad, una reflexión intima acerca del significado de la comunidad, historia y tradición, un poético intento de recrear un puente entre el pasado arcaico y el presente en el que la memoria y la transmisión parecen haber perdido su valor."


A lo largo de su larga vida, la obra y la personalidad de Maria Lai cruzo todas las fronteras desde su Cerdeña natal, para ser considerada hoy, una artista universal. En 2014, a un año de su muerte, las tres ciudades sardas de Cagliari, Nuoeo y Ulassai le dedicaron una gran retrospectiva.