viernes, 28 de abril de 2017

Mis textiles y la Naturaleza.

Me interesan las formas que se dan en la naturaleza. Por ejemplo, las infinitas texturas que describen las ramas de los árboles, el follaje, el ritmo de la espuma sobre  el mar, de las nubes en el cielo.
Si bien estos ritmos pueden ser tan innumerables como las formas de los cristales en los copos de nieve, no son infinitos. Sus características se repiten, se hacen reiterativas. Siempre quise  poder apresarlas y transformarlas en alguna medida, aunque no sabía muy bien de qué modo, y para qué.
Esto fue para mí durante mucho tiempo,  lo más difícil a definir.

El hombre se separa cada día más de la naturaleza, se sirve de ella, pero no directamente. La depreda sin tomar contacto. En el momento en que vuelve a tomar cercanía, ella lo vuelve a seducir con su encanto, como una amante generosa y olvidada. El hombre se salva, en su contacto con los materiales que la naturaleza le ofrece.

Y me pregunto, cómo hacer para que el contacto entre la sociedad de masas y la naturaleza se vuelva a establecer, para que no sean siempre unos pocos privilegiados los que se salvan, para que no caminemos hacia un futuro despojado, desierto y estéril? Cómo absorber la fuerza vital de lo natural y convivir con ella?

Vivimos en recintos cerrados, invadidos por mecanismos audio-visuales. La mayor parte de los objetos que nos rodean, son textiles. Cortinados, manteles, sábanas, tapizados,  la tela que nos cubre, como diría una amiga, como una segunda piel…

Yo observo la naturaleza, descubro colores, ritmos, formas.
Cómo introducir esos colores, ritmos, formas, en el ambiente cerrado de la habitación? Cómo introducirlos de una manera temporal, no rígida, que responda a qué principios?

Cómo se puede transmitir a una habitación la frescura del follaje, la tenue calidez de un atardecer, los girones producidos por el encaje de la espuma sobre el azul verdoso del mar?
Las plantas de interior, acompañan, pero no dejan de ser una necesidad no satisfecha de contactar con lo natural, muchas veces incluso esto se ve desvirtuado por la transformación de esta planta natural en un adorno artificial. En este caso, la planta es exactamente eso: un elemento decorativo. 
Cómo hacer para que lo que nos rodea participe de la vitalidad de la naturaleza sin ser elemento decorativo?
Vivimos rodeados de objetos impuestos muchas veces por otros: regalos de amigos, herencia de familiares que nos han precedido, imposiciones de la moda… Soluciones convencionales de ambientación…
Hasta qué punto, en qué medida conservamos en el interior de nuestra vivienda un contacto con elementos naturales? A veces descubro algo de esto en la madera desnuda de algunos muebles, cuando muestra sus vetas y nos recuerda el bosque de donde es originaria…

En los últimos años he encontrado una razón de ser. He imitado los ritmos de la naturaleza a través de los textiles. La espuma del mar en un tejido de gobelino, el agua del lago a través de un textil en el que cada onda del lago está tejida en hilo de cobre e hilos de algodón, nylon y viscosa, el follaje del trópico a través de un textil en el que se mezclan los verdes con el brillo del hilo de cobre, y la luminosidad del otoño a través de una tela de araña que sostiene las hojas de un poderoso colorido, como son las del otoño en todas las latitudes.
No creo que ellos sustituyan a la naturaleza dentro de un recinto, pero de lo que estoy segura es que, en el proceso de realizarlos, me sentí inmersa en el mar, el follaje, y la filigrana otoñal.


Relicto, follaje de la selva.


Marea, gobelino alto liso

Recuerdo del lago
Otoño