miércoles, 21 de noviembre de 2018

Lo textil, en la obra actual de Erika Ewel.


Siempre me quedó grabada en la conciencia, una cita de John Donne, un poeta  británico del siglo XVII, en la novela más famosa de Hemingway, Por quién doblan las campanas (1941). Dice así: “Ningún hombre es una isla… Nunca preguntes por quién doblan las campanas, están doblando por ti.”

Por eso, me sorprendió el título y el contexto
de la obra de Erika Ewel seleccionada en el Salón Gran Formato de la VIIa. Bienal Internacional de Arte textil, WTA, expuesta en el Subte Municipal de Montevideo. Octubre de 2017. “Somos islas”



“Soy una isla, Me encierro en mi isla, isla sin luna, isla sin sol, me siento sola… saltar al abismo…” dicen algunas de las frases bordadas en el damero de tafetán pintado en color terracota. Para los cuadrados crudos, ella ha bordado círculos y caminos que se pierden en los otros.
Qué pasa, Erika, le pregunté, cómo surgen estas frases depresivas que bordas?
“Surgen de mi impotencia”, fue su respuesta, “al ver tanta alienación, tanto individualismo en el mundo que nos rodea”, y continúan sus bordados… “Levantamos vacíos, fingimos indiferencia, ocultamos verdades, creamos silencios, construimos fronteras, habitamos abismos…”



Y puedo entenderla. Sentí lo mismo, a principios de los 90, cuando comenzó la era del individualismo, al que hoy el consumismo rampante  ha vuelto feroz.
Artista sensible, que se expresa con intimismo, ella  bucea en lo cotidiano y lo familiar, pero sus vivencias no le impiden estar en el mundo, al que sale a pesar de insistir: “no quiero ver, me encierro en mi isla, finjo felicidad, quiero desaparecer, sueño con una isla”… cuántas de estas frases identifican sin proponérselo,  a la propia artista?

Hace unos años, publiqué en este blog una nota sobre su exposición “Entre Puntadas”.  ( jueves 17 de setiembre de 2015).

Erika  ha creado desde el dibujo, el óleo y la fotografía, pero no desdeña usar esa actividad tan femenina del bordado, la costura, el teñido y de algún modo,  el collage,  una presencia con  la que se inició al comienzo de su trayectoria y que hoy  retoma, pero usando telas y utensilios textiles.



 Así lo pudimos ver en su última exposición en la Galería Puro de La Paz, “La línea del hilo”, donde usa telas oxidadas y bordadas a mano en formatos grandes y pequeños..





En las telas grandes de 1m x 2,50
que cuelgan en el espacio, 
 y casi transparentes, 
ha bordado territorios que recuerdan los de sus islas, 


y un collage de telas rasgadas cosidas 
nos recuerda aquellas formas vaginales a las que me refería en la antigua entrada del blog.


Lo nuevo en esta secuencia, es la aparición de las cruces.  Desde un punto de vista femenino y textil, las cruces que borda y dibuja en estas telas, se emparentan con las que presenta hoy en el Patio Colonial del MAN, invitada por los curadores del SIART a exponer una obra textil.


Esas cruces  colocadas en la pared del Museo Nacional, hechas de papel y fibras, no parecen ser de carácter religioso. Mi interpretación es la de que se trata de las cruces del tejido, que en realidad, son relaciones ortogonales. Y también relaciones que terminan como un símbolo de la vida de una mujer. O sea, de lo femenino. Un enrejado firmemente sostenido por las relaciones familiares… Todo el universo femenino está marcado por las relaciones, y por el intento de liberarlas. De ahí ese hacer y deshacer, rítmico y cíclico.


Permítaseme esta interpretación, ya que esta es
una idea latente que tiene que ver
con la motivación de Erika por lo familiar y lo íntimo. 

De algún modo, el deseo de liberación está presente en su obra de la Bienal, “Somos Islas”.