Siempre me quedó grabada en la conciencia, una cita de John
Donne, un poeta británico del siglo XVII,
en la novela más famosa de Hemingway, Por
quién doblan las campanas (1941). Dice así: “Ningún hombre es una isla…
Nunca preguntes por quién doblan las campanas, están doblando por ti.”
Por eso, me sorprendió el título y el contexto


“Soy una isla, Me encierro en mi isla, isla sin luna, isla
sin sol, me siento sola… saltar al abismo…” dicen algunas de las frases
bordadas en el damero de tafetán pintado en color terracota. Para los cuadrados
crudos, ella ha bordado círculos y caminos que se pierden en los otros.
Qué pasa, Erika, le pregunté, cómo surgen estas frases
depresivas que bordas?
“Surgen de mi impotencia”, fue su respuesta, “al ver tanta
alienación, tanto individualismo en el mundo que nos rodea”, y continúan sus bordados…
“Levantamos vacíos, fingimos indiferencia, ocultamos verdades, creamos
silencios, construimos fronteras, habitamos abismos…”
Y puedo entenderla.
Sentí lo mismo, a principios de los 90, cuando comenzó la era del
individualismo, al que hoy el consumismo rampante ha vuelto feroz.
Artista sensible, que se expresa con intimismo, ella bucea en lo cotidiano y lo familiar, pero sus
vivencias no le impiden estar en el mundo, al que sale a pesar de insistir: “no
quiero ver, me encierro en mi isla, finjo felicidad, quiero desaparecer, sueño
con una isla”… cuántas de estas frases identifican sin proponérselo, a la propia artista?
Hace unos años, publiqué en este blog una nota sobre su
exposición “Entre Puntadas”. ( jueves 17 de setiembre de 2015).
Erika ha creado desde el dibujo, el óleo y la
fotografía, pero no desdeña usar esa actividad tan femenina del bordado, la costura, el teñido y de algún modo, el collage, una presencia con la que se inició al comienzo de su trayectoria y que hoy retoma, pero usando telas y utensilios textiles.
Así lo pudimos ver en su última exposición en la Galería Puro de La Paz,
“La línea del hilo”, donde usa telas oxidadas y bordadas a mano en formatos
grandes y pequeños..
que cuelgan en el
espacio,
y casi transparentes,
ha bordado territorios que recuerdan los de sus
islas,
y un collage de telas rasgadas cosidas
nos recuerda aquellas formas
vaginales a las que me refería en la antigua entrada del blog.
Lo nuevo en esta secuencia, es la aparición de las
cruces. Desde un punto de vista femenino
y textil, las cruces que borda y dibuja en estas telas, se emparentan con las
que presenta hoy en el Patio Colonial del MAN, invitada por los curadores del SIART
a exponer una obra textil.
Esas cruces colocadas
en la pared del Museo Nacional, hechas de papel y fibras, no parecen ser de carácter
religioso. Mi interpretación es la de que se trata de las cruces del tejido,
que en realidad, son relaciones ortogonales. Y también relaciones que terminan
como un símbolo de la vida de una mujer. O sea, de lo femenino. Un enrejado
firmemente sostenido por las relaciones familiares… Todo el universo femenino
está marcado por las relaciones, y por el intento de liberarlas. De ahí ese
hacer y deshacer, rítmico y cíclico.
Permítaseme esta interpretación, ya que esta es
una
idea latente que tiene que ver
con la motivación de Erika por lo familiar y lo
íntimo.
De algún modo, el deseo de liberación está presente en su obra de la Bienal,
“Somos Islas”.