martes, 7 de septiembre de 2021

 La tela de arakné.

Hace cuatro años, en 2017, al regresar de la Septima Bienal Internacional de Arte Textil WTA en Montevideo, encontré que mi taller estaba atiborrado de hilos sobrantes de todas mis últimas obras, todas tamaño maxi.


Entonces decidí reciclar, haciendo cordones, y por supuesto, fueron cordones de todos los colores. 


Pensé que sería lindo imitar a las arañitas de mi jardin pero no para realizar una tela tan estructurada como las suyas, sino inspirándome en lo que queda de ellas, después que el tiempo y los vientos las fueron transformando.




 Para lograrlo, cada cruce fue una propuesta y un color diferente. 



 La tela fue creciendo, y llegó a medir un metro cincuenta por tres metros, con un peso de unos siete  kilos, porque sus hilos son cordones doblados realizados a mano con  hilo de cobre, y mezclas de hilados de algodón, poliester y viscosa,  unidos por costura con el mismo hilo de cobre. 













Muestro algunas fotos del proceso y también de su estructura final tomadas en el taller, 






y otras en el jardín, ya que  la obra admite muchos pliegues y transparencias. 











Agregué  una  que da cuenta del largo sobre un fondo negro, donde se puede apreciar por contraste  su verdadero colorido.


martes, 31 de agosto de 2021

 

De la correspondencia con Magali Sanchez Vera, "Buscando el color."

En 2009, Magali me decía:“El tejer se ha vuelto tan inseparable de mi vida que a veces no siento que haya límites entre la realidad exterior y la realidad que vivo entre las tramas y urdimbres, en mi pequeñísimo taller sobre la azotea de mi casa, donde me acompañan mis perros y gatos, y apenas entran mis hijas porque la soledad y la música son lo que busco, en este barrio viejo y gris, cercano al puerto.”

... Pero algunas cosas quedan como prendidas en el aire del taller, y tengo la impresión de que si no me las saco de encima, quedarían flotando hasta subir y frenarse en la claraboya, así que es mejor ir limpiando el ambiente de tales neblinas.



Cuando empecé este tapiz, marzo del 2003, fue casi “demasiado” sobre ruedas. El cartón me costó un poco, pero en los calurosos días de febrero se resolvió con unas pocas y caseras fotos, y una ampliación parcial en mala impresión y peor papel. Lanas, prácticamente sin comprar, la idea era utilizar todas las existentes porque están demasiado viejas y llenas de recuerdos y significados, así que llegó el momento de emplearlas para darles el verdadero lugar. Lanas heredadas del Maestro, de Soto, lanas rescatadas de prendas viejas de la familia, con el recuerdo de las manos grandes de mi tía y nudosas de mi madre, una deshaciendo la manga o el cuello de aquel buzo con ese marrón tan único; la otra ovillando y formando ese huevito tan perfecto entre sus manos, nunca una esfera como hace todo el mundo… y el mate interrumpiendo la tarea, y la radio sonando allá al fondo. Lanas traídas de Bolivia, mezcladas a las que fueron y volvieron, lanas teñidas a mano con mis alumnas aymaras, lanas compradas en el Alto, asomando en bolsas gigantescas donde casi semanalmente yo hundía mi cara para impregnarme de su olor y terminaba acostada entre ellas, de cara al cielo y rodeada por la risa de las cholitas. Siempre bajaba con algún color distinto entre los brazos, un día era alpaca, otro oveja, otro vicuña. Eran colores naturales, cada uno distinto al otro por pequeños matices de arena, marrón, negro, gris. Cada uno con su olor, con su peso y sus abrojos y pajitas pegadas. Y las recorridas por el Centro, comprando los ovillos teñidos en Perú y devueltos a La Paz, verdes, mostazas, marrones y más marrones. El negro con mezcla de gris y el gris con mezcla de negro. Los ovillos carísimos, de alpaca casi sin olor, y con un peso enorme, y al tacto, parece que siempre están húmedos, pero de una humedad extraña, no mojada. Y es el aceite natural, la grasa del vellón. Uno los aprieta y parece que estuvieran rellenos, pero casi no se puede hundir los dedos en ellos. La vicuña en cambio, esponjosa, muy cardada, sutil, volátil, tenue, para pensar en una tierra de horizonte, en un camino a la distancia. La oveja, siempre fiel y más rústica, de colores infinitos, de grosores de todo tipo, mezclada a sintéticos, pura, torneada, junto a hebras distintas. Marcas, tamaño, colores, todo es variedad. La oveja siempre pierna.  Los sintéticos, no queridos por mí pero siempre a mano por si falta un color intermedio, una hebrita para ese degradé que se vuelve difícil. Y el algodón! El peruano, sin duda el mejor, suave pero firme, muy torneado pero moldeable, de tintas insospechadas hasta hace pocos años. Accesibles. El brasilero más mercerizado, el chileno más basto. En fin, materiales que me acompañan desde hace treinta años, que se van acumulando porque más de dos metros ya es guardable. Y que en el momento de elegir para esta pierna o aquel pedazo de cielo, se van abriendo de las bolsas y cayendo sobre el piso, sobre una sábana blanca para hacer más neutral el fondo. Y allí empiezan a asomar: este ovillito usó el Maestro en “el Nido del Faisán” su mejor tapiz. Este rosadito lo usé en los pies del “Ala-Oso”. Éste me sobró de una reproducción para Ernestina, y este verde era de Gracia Cutuli. Empiezo a leer en las lanas los tapices reproducidos para juntar dinero y comprar mi telar. Las reproducciones de los Mancebo, que salían los bocetos de la cárcel a mi casa, y de allí convertidos en grandes Constructivos para Suecia. Mis propios tapices, dejando cada espacio tejido, una pequeña o gran huella de lana atrás. Algunas, compradas con la esperanza de ser el color perfecto y después descartadas, así que estaban intactas, en buenas cantidades. Otras, dejando pocos metros porque se gastó toda o porque había muy poquito. Estelas como telarañas que se cuelgan de las tramas tejidas y hoy se arrastran ante mis ojos, trayendo cada una su pedacito de historia. Uno mete la mano, revuelve, se deja convencer por puñados de colores, todos prometen dar ese que tengo en la cabeza,  exacto. Los tanteo, los huelo, los separo. Después… viene la urdimbre mandando y descartando. De los puñados quedan apenas cuatro o cinco, allí, sobre mi falda. El resto descartado se va amontonando alrededor, en desorden, para en algún alto al tejido, devolverlos a sus respectivas bolsas y naftalinas, prometiéndoles que “la próxima vez…”.

Y empieza a acercarse el color, nunca va a ser exacto al imaginado, pero algo se acerca, unas veces más que otras. Empiezo a probar las mezclas, a des-hacer las hebras, a des tornearlas, porque a veces están formadas por dos, pero se llega a seis o siete pequeñísimos cabos que uno va desgajando entre los dedos y dependiendo de la textura, se rompen a los veinte centímetros o permiten llegar a una gran hebra de un metro. Mezcla de cabitos, de hebras enteras, para formar una viable de ser tejida, a veces entran cinco o más colores. Y al final, después de pruebas y destejidas, allí está. Ese color, que de repente hace un centímetro y se retira para siempre, y nos costó desde el abrir las bolsas hasta el torneado personal de la hebra inventada. Y ya está. Ahora el proceso de vuelta, hay que inventar el segundo color. Y así sucesivamente, son cientos y cientos de invenciones casi siempre ocultas a los ojos posteriores. Solamente válidas para quien está en la búsqueda desesperada de ese tono que se resiste. Simplemente una veta de escasos centímetros en la totalidad de más de dos metros. Pero imprescindible, sin ella no venía la paz.

A veces me doy cuenta que el tiempo que se pone en formar hebras inventando colores, es mayor que el tiempo de tejido. Por qué esa manía mía de tener una paleta gigantesca, una orquesta sinfónica de colores, y no contentarme con ellos, ir a los derivados, a esas invenciones casi infinitas, para hacer centímetros ¿perceptibles para alguien que no sea yo?  Si Sosa teje con diez colores y Soto tejía con veinte, y lograban lo mismo o más todavía, por qué esa necesidad mía de apoyarme tanto en lo “oculto” del tapiz?  No lo sé, pero tampoco me propuse nunca cambiarlo. Mejor dicho, nunca podría tejer de otra forma, eso está clarísimo. Ese hacer las hebras con mi método, tal vez sea el preámbulo necesario para pasar de este mundo concreto de la materia a ese mundo irreal de la ilusión que promete cada tapiz. Mientras mis dedos manejan las lanas, mis ojos tratan de mirar para adentro y ver lo que estoy pronta a empezar, y tener claro la meta. Sólo para no llegar, obvio. Porque esto de tejer es como la utopía de Galeano. Sirve para volver a empezar, para seguir cada vez.

Me di cuenta un poco de esto el sábado, de tarde. Mate recién hecho. Un concierto de Rachmaninof, sol estable por la claraboya, el bunker solitario, silencioso y en penumbras. El taller como un fogón en plena actividad. El canasto gigante de marrones ya a mis pies, y yo mirando las lanas, me sonreí pensando “qué tarea más linda: de esta cantidad de hebras sueltas, de tan variados colores, tengo que construir un violín. Así nomás, como suena. Un violín, creíble, para Isabel que está sentada en el muro del Blanes esperándolo, y para quien lo vea después. De lanas construir madera… Linda tarea.”



La niña y el unicornio. El Oído. Para Isabel

 



 

 

 

 

 

  



 

 

 

 

 

 

 









jueves, 26 de agosto de 2021

 

Andrea Eimke es una artista alemana que vivió durante casi treinta años en la isla de Atiu, del archipiélago de las Islas Cook en la Polinesia. La magia de la Internet hizo que conectáramos y publicara un reportaje sobre su actividad con las tivaivai y los encajes en la revista Arte magazine dirigida por Alicia Haber.

Del extenso reportaje publicado, recupero una parte en la que habla de sus encajes, expuestos como “Tercer Espacio II” en la exposición Love lace, considerada una de las más significativas mostradas en el prestigioso Powerhouse Museum de Sidney, Australia, en 2012.

B.O.: Andrea, me interesan mucho  tus encajes, me gustaría ver fotos y  detalles, ya que para todos nosotros es una novedad el trabajo con las tapas.

A.E: En 2007, las Cook acababan de tener acceso al Internet de banda ancha. Una universidad nueva zelandesa (AUT, Auckland) nos ofreció cursos de estudios posgraduados extramurales. Me registré y decidí combinar mi material preferido polinesio, tela de líber (“tapa”), con mi técnica de bordado preferida, encaje, como medios para investigar la liminalidad permanente de una vida de emigrante voluntaria entre dos (o más) culturas. Volví a dedicarme a una serie de experimentos materiales y técnicas que me revelaron similitudes interesantes tanto con respecto al uso de las telas de líber como de los encajes en sus respectivos terrenos contrapuestos. Ambos materiales son tan difíciles y laboriosos de hacer, que se utilizaban como objetos de gran lujo, símbolos de riqueza pagana y sacra, y en ritos de veneración. Ni en español  (en que se confunde fácilmente con las tapas comestibles) ni en otro idioma me gusta usar la palabra de uso común “tapa”, porque cada idioma polinesio tiene su palabra propia para describir la tela de líber según su uso o el árbol del que se extrae.

B.O.: Donde aprendiste las técnicas del encaje, en los cursos de bordado en Dusseldorf, Alemania, o en la Polinesia?

A.E.: Aprendí las t


écnicas de encaje de aguja durante mi aprendizaje profesional de bordado en Alemania. En aquellos días, (a principios de los 80s) todo se hacía a mano y usar la máquina era casi como un crimen. La máquina de coser y yo n
La máquina de coser y yo n.os hicimos amigas solo después de empezar mi carrera artística en Atiu. Solamente me fui a un solo curso de bordado a máquina libre (sobre tela) en Australia en los años 90. Mucho de lo que hago hoy se basa en lo que aprendí entonces. Todos los conocimientos  – a mano y a máquina y las demás técnicas textiles, especialmente el encaje, me las he enseñado yo misma con la ayuda de libros o lo he desarrollado por ensayo y error.

  B.O.: me gustaría saber el grado de fortaleza que tienen esos tejidos, ya que los encajes son tan delicados...

A.E.: El líber más fino y blanco se obtiene de una especie de morera llamada Broussonetia papyrifera. Es la planta que en el Japón (donde se llama kozo y muy probablemente en la China y otros países) se utiliza para hacer buen papel.  El líber de plantas del moral joven (Broussonetia papyrifera), cuando es batido al máximo puede ser transparente y fino cómo el encaje (foto 1). En su estado mojado, el material es delicadísimo y se rompe fácilmente (foto 2). Pero al secarse, adquiere una fuerza sorprendente, debido a las fibras largas que lo atraviesan. En combinación con estabilizante hidrosoluble, los pude convertir en encajes parcialmente naturales y parcialmente cosidos a máquina (foto 3). Experimenté añadiendo fibras de otras plantas (Hibiscus tiliaceus) (foto 4), gasa de algodón (foto 5) y entretela no tejida de poliéster como material sintético más parecido a la tela de líber (foto 6).

B.O.: Veo que mostraste una instalación de tus encajes en Australia.

A.E: Si, pero aunque haya logrado exponer mi obra “Tercer Espacio II” en el prestigioso Powerhouse Museum de Sídney, aún me gustaría llevarla a otros países.  El efecto de la instalación en el Museo con sus muros negros es totalmente diferente al de la primera versión en la Casa Misionera del Colegio Teológico de Rarotonga, islas Cook.  Me interesa saber cómo podría cambiar su aspecto en otro ambiente, y lo que  los espectadores  pudieran recibir  y sentir  al verlo.

B.O.: He podido acceder a los videos de la exposición en Sídney, y tener una idea cabal de esto, me gustaría que me explicaras en español lo que dices allí…

https://www.youtube.com/watch?v=o-95x5LJ10A

A.E.:   Me alegro que hayas encontrado mis videos de la exposición en Sydney. Lo que digo en la entrevista es más o menos esto: hablo de usar materiales y técnicas provenientes de las dos culturas que enmarcan mi vida, la europea y la polinesia, para poder demostrar el espacio intermedio, entre las dos culturas, en el que vivo. Ellas son la tela de líber (tapa = polinesio) y – como  es un no tejido (non-woven) – su equivalente sintético, la entretela de polyester, la gasa de algodón (tejido = europeo), fibras de líber y el encaje hecho con hilo de polyester que los conecta. El encaje está hecho a máquina sobre un estabilizante soluble en agua que es necesario para soportar los puntos hasta que el encaje esté hecho. Una vez terminado, el encaje se mete en agua y el estabilizante se disuelve, dejando en el encaje solamente la fuerza de su soporte pero desapareciendo de vista. Es una buena imagen  de como veo mi función en este mundo insular de cultura diferente de  la mía. Había comisionado a un amigo para componer música que consistiera en sonidos de ballenas y pájaros kopkea que únicamente viven en nuestra isla, para  crear un espacio de audio  alrededor del visual, pero la composición resultó inadecuada para la instalación. Últimamente instalamos solamente el sonido de los pájaros. Se llaman kopkea (salangana, aerodramus sawtelli http://cookislands.bishopmuseum.org/species.asp?id=8265 ) y colocan sus nidos dentro de la oscuridad total del interior de una cueva subterránea (llamada anatakitaki – que suena como sus sonidos). Como dentro de la oscuridad no pueden ver, se orientan emitiendo unos sonidos chasqueados (suenan parecido a los delfines) y con un órgano sonar reciben la repercusión de las estalactitas dentro de la cueva que les dirige a su nido. Una vez que estuvieron instalados los sonidos, de repente me di cuenta del parecido de mis paneles de encaje con  las estalactitas de formaciones cristalinas a veces tan delicadas. Era cómo si los pajaritos estuvieran volando alrededor de nosotros por entre las partes de mi instalación.

 En cuanto a la tela de líber, siento que aún estoy al principio de un viaje de descubrimiento apasionante. Después de haber podido ver en los archivos del Museo Británico de Londres colecciones de “tapas” originales procedentes de la época de los navegantes como Cook y los misioneros ingleses, mi curiosidad continua en aumento.  Acabo de entregar mi aplicación de estudios de doctorado de arte y diseño a “mi” universidad. Espero  aún encontrar  revelaciones y asociaciones interesantes que puedan rescatar este material tan delicado y sin embargo tan durable y fuerte, de los sótanos de museo oscuros y del olvido de un pasado pagano a la luz de un desarrollo moderno y de una expresión artística de la vida contemporánea.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Lo textil, en la obra actual de Erika Ewel.


Siempre me quedó grabada en la conciencia, una cita de John Donne, un poeta  británico del siglo XVII, en la novela más famosa de Hemingway, Por quién doblan las campanas (1941). Dice así: “Ningún hombre es una isla… Nunca preguntes por quién doblan las campanas, están doblando por ti.”

Por eso, me sorprendió el título y el contexto
de la obra de Erika Ewel seleccionada en el Salón Gran Formato de la VIIa. Bienal Internacional de Arte textil, WTA, expuesta en el Subte Municipal de Montevideo. Octubre de 2017. “Somos islas”



“Soy una isla, Me encierro en mi isla, isla sin luna, isla sin sol, me siento sola… saltar al abismo…” dicen algunas de las frases bordadas en el damero de tafetán pintado en color terracota. Para los cuadrados crudos, ella ha bordado círculos y caminos que se pierden en los otros.
Qué pasa, Erika, le pregunté, cómo surgen estas frases depresivas que bordas?
“Surgen de mi impotencia”, fue su respuesta, “al ver tanta alienación, tanto individualismo en el mundo que nos rodea”, y continúan sus bordados… “Levantamos vacíos, fingimos indiferencia, ocultamos verdades, creamos silencios, construimos fronteras, habitamos abismos…”



Y puedo entenderla. Sentí lo mismo, a principios de los 90, cuando comenzó la era del individualismo, al que hoy el consumismo rampante  ha vuelto feroz.
Artista sensible, que se expresa con intimismo, ella  bucea en lo cotidiano y lo familiar, pero sus vivencias no le impiden estar en el mundo, al que sale a pesar de insistir: “no quiero ver, me encierro en mi isla, finjo felicidad, quiero desaparecer, sueño con una isla”… cuántas de estas frases identifican sin proponérselo,  a la propia artista?

Hace unos años, publiqué en este blog una nota sobre su exposición “Entre Puntadas”.  ( jueves 17 de setiembre de 2015).

Erika  ha creado desde el dibujo, el óleo y la fotografía, pero no desdeña usar esa actividad tan femenina del bordado, la costura, el teñido y de algún modo,  el collage,  una presencia con  la que se inició al comienzo de su trayectoria y que hoy  retoma, pero usando telas y utensilios textiles.



 Así lo pudimos ver en su última exposición en la Galería Puro de La Paz, “La línea del hilo”, donde usa telas oxidadas y bordadas a mano en formatos grandes y pequeños..





En las telas grandes de 1m x 2,50
que cuelgan en el espacio, 
 y casi transparentes, 
ha bordado territorios que recuerdan los de sus islas, 


y un collage de telas rasgadas cosidas 
nos recuerda aquellas formas vaginales a las que me refería en la antigua entrada del blog.


Lo nuevo en esta secuencia, es la aparición de las cruces.  Desde un punto de vista femenino y textil, las cruces que borda y dibuja en estas telas, se emparentan con las que presenta hoy en el Patio Colonial del MAN, invitada por los curadores del SIART a exponer una obra textil.


Esas cruces  colocadas en la pared del Museo Nacional, hechas de papel y fibras, no parecen ser de carácter religioso. Mi interpretación es la de que se trata de las cruces del tejido, que en realidad, son relaciones ortogonales. Y también relaciones que terminan como un símbolo de la vida de una mujer. O sea, de lo femenino. Un enrejado firmemente sostenido por las relaciones familiares… Todo el universo femenino está marcado por las relaciones, y por el intento de liberarlas. De ahí ese hacer y deshacer, rítmico y cíclico.


Permítaseme esta interpretación, ya que esta es
una idea latente que tiene que ver
con la motivación de Erika por lo familiar y lo íntimo. 

De algún modo, el deseo de liberación está presente en su obra de la Bienal, “Somos Islas”.




jueves, 15 de marzo de 2018

FUEGO... un proceso




A mediados del 2016, cuando recibí la generosa invitación de Alicia Haber y  Pilar Tobón para participar del  Salón de Artistas Invitados de la VIIa. Bienal Internacional de Arte Textil organizada por el WTA en Montevideo, comenzó un proceso que me llevaría 18 meses de realización. 

Un período atravesado por   muchas dudas y cuestionamientos, en el que el natural deseo por compartir ideas y  fragmentos de lo que iba logrando estuvo siempre  decididamente bloqueado.


Sé muy bien que no es necesario explicar el fuego, y que quizás  resulte bastante caprichoso tratar de materializarlo a través de un tejido, algo que puede resultar tan falso como una fotografía, una pintura, o un film… pero durante ese período de creación, intenté inspirarme a través de historias,  textos filosóficos y fotografías, sabiendo de antemano que es casi imposible dar materialidad a una forma de energía sin la cual la vida del hombre no podría existir.





Al principio, la obra no tenía que ver con el fuego… la idea era tejer módulos con la forma y los colores de las llamas, lo que suponía una especie de juego, pero paulatinamente la propuesta se fue instalando, y el problema principal derivó a las dificultades del  montaje en un espacio que no era el definitivo, y tampoco el adecuado…







Una cosa es tejer los módulos, y una muy otra, organizar el montaje…y/o el traslado de la obra, constituida por siete módulos de 280 x 50 cm con un peso de 8 kilos, algo que tuve que revisar continuamente, para no exceder lo permitido.





Infinidad de opciones fueron planteadas durante el año, después de tener la mayor parte de las "llamas" tejidas, pero recién pude visualizar la obra cuando finalmente fue montada en el Salón del MNAV, gracias a la pericia del equipo de montajistas que interpretaron cabalmente la propuesta.









Hoy, varios meses después de terminado el montaje, y haber apreciado por primera y seguramente, única vez,  su presentación en el espacio otorgado,  sentí la necesidad, anteriormente bloqueada,  de compartir el proceso.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

INTEMPERIE / OUT IN THE OPEN, de Raquel Lejtreger

En la invitación cursada por


El Embajador y Representante Permanente del Uruguay en Austria S.E. Bruno Faraone a la inauguración de la Instalación INTEMPERIE / OUT IN THE OPEN, de Raquel Lejtreger el lunes  6 de noviembre de 2017, 12:00 hs. Rotonda del Centro Internacional de Viena (VIC) 

Se expresa:


INTEMPERIE / OUT IN THE OPEN es una aproximación humanista a las consecuencias del cambio climático en la vida cotidiana de las personas, basada en más de diez años de experiencia de trabajo en el terreno con personas afectadas por las inundaciones en Uruguay.
Es una reflexión acerca del lugar, el territorio, el hogar, el país, la patria, desde la experiencia contemporánea directa con los desplazados que, por su condición social, económica, racial, política, resultan más fuertemente impactados por estos eventos, quedando a la intemperie.

Raquel Lejtreger es uruguaya,
arquitecta y artista visual. Entre sus múltiples actividades, a las que ha dedicado su tiempo y su  pasión, fue  Viceministra de Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente en Uruguay.
Pero ella se define a sí misma como “una tejedora”.

“Creo que es lo que mejor sé hacer y a lo que le pongo todo mi saber y emoción.​ Muchas veces me preguntan cómo convivo con esos dos lados de mi vida y yo creo que no son dos lados, son dos manifestaciones de lo mismo. Soy una sola persona!”

Conocí a Raquel, en ocasión del Séptimo Encuentro Nacional de Arte Textil, en 1987. Un evento que, sumado al primer Agosto Textil organizado paralelamente por el CETU en Montevideo,  fue quizás el de mayor convocatoria en el ámbito del Arte Textil en Uruguay.




Raquel fue en aquel momento,  la participante más joven del Encuentro, y su obra seleccionada, fue realizada  a partir de una trama tradicional, con elementos no tradicionales en técnica de alto liso con urdimbre de nylon y trama de cinta borradora. Esta obra fue, según ella cuenta, un “punto de inflexión”, originado a través de  su experiencia en las clases de arte textil en el taller del maestro  Ernesto Aroztegui.

“El contacto con Aroztegui fue una experiencia muy removedora, ya que, como profesor, era una persona muy creativa y muy provocadora,  y generaba una instancia muy fuerte en la relación profesor-alumno, que posibilitaba que salieran cosas impensadas de uno mismo. Lo he hablado con muchos que fueron sus alumnos, en el Taller y en Bellas Artes, y creo que el eje estructurador que ha dejado, es la capacidad de llegar a ser uno mismo, un principio de ética y honestidad con la obra, y la capacidad para cada uno de elaborar su propia trayectoria”.

Años después, en la exposición “Satélites de amor”, Ernesto Aroztegui había fallecido, y volví a aquel textil del


Séptimo Encuentro, con textos desechados. Allí el texto  y lo textil se convirtieron en  leit-motiv de la obra. Cómo construir una trama a través de los textos, escritos para mí por otras personas,  impresos en cintas de poliester y que  representaban parte de mi acerbo emocional… Y surgió “El traje nuevo de la emperatriz”, parafraseando al  cuento de Christian Andersen, “El traje nuevo del emperador”.

La obra, que está siempre en proceso, y ya va por la cuarta edición,  no es un libro, no es una lectura, es una forma de expresión.

Y a través de procesos similares, llegaste a la propuesta de INTEMPERIE. Hace unos meses, me llegó la noticia…

En noviembre voy a exponer mi obra acerca de las inundaciones, que se llama Intemperie y lo tradujimos como Out in the Open, en la Rotonda de acceso de Naciones Unidas en Viena. Un lugar maravilloso en el que diariamente trabajan 5000 personas y que nuestra Embajada en Austria promovió…
Es la primera vez que se expone en ese lugar, y para Uruguay es buenísimo,  yo estoy extra feliz!!!  Tengo tremendo trabajo por delante, entre otras cosas, traducir todos los textos, y planificar el montaje en un espacio de  unos cuarenta y cinco a cincuenta metros cuadrados…

Un poco de Historia...

Raquel, me pareció interesantísimo todo el material que me enviaste. Me haces saber que  Intemperie es una instalación que fue realizada por primera vez en el marco de la muestra Internacional Itinerante de Arte denominada INCLEMENCIA DEL TIEMPO en el año 2009. Esa instalación,  mostrada en el SUBTE, también fue presentada  en la Bienal del Fin del Mundo en  Ushuaia? Creo que el tema de la Bienal coincidía con tu instalación…






Participé sólo en Montevideo, si bien era una muestra itinerante, digamos que yo me incorporé después, cuando fue en el Subte. La muestra era de videos y mi instalación se integró casi de casualidad. Exactamente el tema era coincidente ya que Inclemencia del tiempo trataba del Cambio Climático. Así fue que fueron convergiendo.

Yo no me hacía idea de lo que significaban los miles de papeles, pero a través de las fotos pude ver que los documentos, fotografías y crónicas a los que te refieres, están impresos en cada uno de los papeles. Es así?


Es así, hay fotos que saqué yo en los relevamientos realizados, fotos que he usado también en presentaciones técnicas relativas a este tema vinculadas a mi trabajo profesional, y otras imágenes alusivas. Los documentos están reescritos, pero tengo copias de declaraciones por escrito de personas que fueron afectadas por las inundaciones y montones de apuntes míos así como reflexiones mías de esas recorridas, que realmente impactan muchísimo emocionalmente. Seleccioné textos e imágenes y están impresos en los papeles. A veces son apenas unas palabras en un papel. No es un relato, sino un conjunto de impresiones (en el doble sentido de impresiones, por impreso y por lo que genera en cada uno)​


Cómo llegaste a participar de la Colectiva? Hubo llamado a concurso, o el curador ya conocía tu trabajo?

Llegué de casualidad, Yo me había presentado a la convocatoria a proyectos del Subte y mi proyecto fue seleccionado para exhibirse ese año. Meses después me comentan del Subte que el instituto Goethe les pide la sala para Inclemencia del tiempo y que ellos la prestarían, a la vez que tenían la idea de proponerle al curador que integrara al menos dos artistas nacionales, por lo que dada la​ convergencia de la que hablaba anteriormente, en el tema de mi obra y el tema de la muestra, uno de los proyectos que le querían presentar era el mío. El otro que se integró fue un video de Juliana Rosales. El curador fue quien definió finalmente esta integración propuesta por el equipo del Subte.



En algún momento me comentaste que estabas trabajando en gestión de riesgo de desastres... creo que fue una vez que viajaste a Chile. Ese trabajo tuyo es privado, o es una gestión de parte de algún Ministerio oficial, o Internacional de Medio Ambiente?

Esta sí que es una larga historia! Te voy a mandar mi CV profesional y creo que allí vas a decantar muy bien lo que refiere a mi trabajo en este punto, pero de todas maneras de hago un brevísimo resumen. Cuando en 2007 fueron las tremendas
inundaciones en Uruguay, yo trabajaba en el BPS y el presidente solicitó a 3 personas entre las que estaba yo, pensar algunas medidas de apoyo a los inundados a presentar en un Congreso de Intendentes que se realizaría unos 10 o 15 días después. Eso implicaba coordinar con otros organismos y viendo que el tema estaba un poco lento tal vez, tomé la iniciativa de ser propositiva. Eso terminó en lo que fue el Grupo Interinstitucional de Apoyo a los Afectados por las Inundaciones (una institucionalidad


inventada pero basada en el trabajo y en la confianza que se construía día a día por los resultados que se iban alcanzando). De ahí en más nunca dejé  el tema, que trabajé desde distintos lados. Después en el BPS no querían que siguiera así que finalmente me presenté a un proyecto del PNUD - Naciones Unidas y quedé coordinando la recuperación post desastre.

Luego cuando estuve en el Ministerio pude hacer mucho, y trabajé en el Plan Quinquenal en el que se elaboró un Plan Nacional de


Relocalización de familias ubicadas en tierras inundables o contaminadas. Este plan fue premiado por la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático por su vínculo entre las políticas públicas de reducción de pobreza urbana y el cambio climático. Esto me permitió llevar gente atípica a  las convenciones de cambio climático, como la de Lima, donde fue como invitada una participante del plan, que era un mujer divina, recolectora de arándanos en Paysandú, que pertenecía a uno de los peores asentamientos del país, La Chapita, en Paysandú, y que estaba trabajando en su nueva casa. Fue un cierre de ciclo para mí y luego seguí con este tema. En Guatemala estuve trabajando en esto y bueno, mil cosas, Bea!!! He recorrido el país y la región y lo conozco de cerca y me conmueve muchísimo.

Por supuesto que tu CV da cuenta de toda la excelencia de tu trabajo, pero como es bastante extenso, excede los límites de esta publicación, y tu resumen es muy adecuado, por lo que se agradece…
Y tus respuestas me ayudan a procesar el tema…
 Vi el Video de la exposición en el Subte, y me encantó la frase en la que dices que además de artista visual y arquitecta, eres una tejedora, ya que además de trabajar con el arte textil, extiendes redes de vínculos entre las personas y las instituciones.

Yo creo que es así, que trabajo de tejedora. A veces lo digo cuando me presento en público. Creo que es lo que mejor sé hacer y a lo que le pongo todo mi saber y emoción.​ Muchas veces me preguntan cómo convivo con esos dos lados de mi vida y yo creo que no son dos lados, son dos manifestaciones de lo mismo. Soy una sola persona!

Cuando te refieres a la ambivalencia de la relación con el agua, al principio no me había quedado claro la referencia al nacimiento (salir al mundo fuera de la bolsa de agua del útero materno).


"El evento extraordinario que se produce con el nacimiento como ausencia de agua. El retorno impactante a la inmersión eventual que producen las inundaciones". Se me había ocurrido que dentro de una inundación y su inmersión, lo primero que va a faltar es agua potable para beber o para usar. Es así? En ese caso, creo que ésta  es también una de las grandes pérdidas.

Es así, tal cual, con todas las paradojas de que además la gente no se quiere ir. Muchos tienen trabajos relacionados con el agua como los ladrilleros, pero ese sería un análisis superficial, es claro que el tema uterino pesa y que cuesta "volver a nacer" fuera del agua. Y está lo que decís del agua que sobra y el agua que falta. Hay muchas pérdidas intangibles por otra parte, que son muy significativas. Te menciono dos: los recuerdos (las fotografías, el cuaderno del hijo en la escuela, la carta de amor de alguien, etc) y el otro que no se ve ni se cotiza, el esfuerzo (los días y días que ​las personas han invertido en conseguir materiales, en hacer su casa, en dejar de estar en familia o ir al partido de fútbol del nene porque hay que poner el techo, el esfuerzo de una vida se va flotando en el agua sucia, es terrible)

Tú dices: Desde esa inmersión se recorre esta obra. Integra documentos recogidos durante ocho años de trabajo, datos primarios, crónicas, registros realizados durante el trabajo de campo, textos y relatos de los damnificados, historias personales, fotografías,  planos, dibujos".
Y entonces me gustaría saber esto: Desde el 2007 al 2009, van dos años. Claro que desde el 2009 al 2017, van otros ocho. O sea, la primer instalación no tenía las dimensiones ni el tenor de ésta, a la que has podido trabajar mucho más, y todos estos datos ocupan más hojas de las que se sostienen con tansas desde el techo...


Exacto, por eso te decía que no es la misma obra, son ocho años más de millones de experiencias nuevas, y de abundante reflexión.
De 2007 a 2009 estuve muy concentrada en Durazno, Soriano, Treinta y Tres  y sus inundaciones. Luego se amplió el territorio y los temas. Tengo un área permitida digamos, y a la obra se tiene que poder "entrar". El espacio es ENORME, y si bien la obra va a ocupar en el entorno ​de los 40 a 45 metros cuadrados,  es un desafio.


La rotonda es muy grande, y la obra se va a ver espectacular.
Me describes el montaje, y el trabajo que vas a tener va a ser bastante arduo, ya que la vas a montar tú misma. Pero claro, para ti no va a ser problema, porque eres una arquitecta y estás acostumbrada. 


Sí y me voy a llevar a mi hija Anita que estará en Lund para que me ayude. Mi futura arquitecta es muy prolija y muy buena en su percepción de espacio y ha realizado tareas de montaje así que será de enorme ayuda. Me genera cierta adrenalina eso de la nada y del montón de papelitos y ver cómo crece en el espacio la obra. Un poquito de miedo de ese que a la vez nos invita a superarlo.
La obra en su primera versión estuvo totalmente concentrada en las inundaciones, el agua, todo lo que dice la presentación.
Sin embargo esta vez, a medida que fui trabajando creció el concepto de INTEMPERIE, pensando también en eso del territorio, el lugar, los migrantes y el agua del Mediterráneo entre otras aguas... Cuál es nuestro lugar, nuestro refugio, identidad, si un pedazo de planeta o los vínculos con los otros. Intemperie lo siento también desde ese lado…

Raquel me ha acercado su presentación de la obra en la inauguración, y he rescatado algunos párrafos…



Catorce millones de personas han perdido sus hogares anualmente  y veinticuatro millones han quedado desplazadas hoy, debido a desastres como inundaciones y ciclones no previstos, de acuerdo con los datos publicados hace menos de un mes, por la Oficina para la Reducción del Riesgo por Desastres de las Naciones Unidas.

Muchas de esas personas podrían tener la capacidad de recobrar sus hogares y su forma de vida, pero la mayoría de ellos no pueden hacerlo. Los más afectados son los pobres, los excluidos, de los países pobres. Ellos son los que ocupan los lugares más frágiles del medio ambiente. Y entonces, construyen sus casas con el mismo grado de fragilidad, multiplicando sus vulnerabilidades y quedando expuestos.

Y es así como millones de personas quedan a la Intemperie.

Catorce millones, es más de cuatro veces la población del Uruguay, y en esa impresionante multitud, no es posible distinguir a nadie. No se puede ver un rostro, reconocer una historia, o decir un nombre. Y algunas veces, decir “todos” es lo mismo que decir “nadie”.

Si perdemos la identidad, quedamos a la Intemperie.

…Finalmente, es un gran honor para mí, que la obra se muestre precisamente en la rotonda de este edificio, un espacio que simboliza el esfuerzo de los países por ir hacia adelante en un caminar coordinado hacia un mundo mejor para todos, aunando esfuerzos para  lograr que llegue el día en que nadie haya quedado a la INTEMPERIE.