jueves, 29 de junio de 2017

Las "Inflorescencias" de Silvia Umpiérrez

“Inflorescencias”, es el título de la exposición de Silvia Umpiérrez en la Fundación Banco República, un tema muy cargado de significados.





Conocí a la muy joven Silvia Umpiérrez (1961) en 1983, cuando ambas participamos del Primer Salón del Tapiz convocado por el Banco República,  y donde ella daba muestras de su talento y sensibilidad.  Unos años después, compartimos responsabilidades junto con Felipe Maqueira y Jorge Francisco Soto, en la Comisión Directiva del CETU, abocada en ese momento (el año 1989-90), a organizar el Segundo Encuentro Latinoamericano de Minitextiles.


Silvia ama la Naturaleza, y a través de los años, ha desarrollado una manera de dar vida a sus despojos.





 Durante muchos años, he podido admirar  sus hermosas obras con materiales naturales… explorando las técnicas de la cestería, a las que da una impronta muy personal, y a través del telar criollo, cuyo manejo aprendiera junto a su maestro José Cardozo.


Sus hermosos tapices se han mostrado en el país (recuerdo una exposición en Villa Serrana) y han partido al extranjero y a diferentes ferias europeas.

Hace unos años fuer invitada a colocar stand en la feria de Tenerife.


Mi mayor deseo, dice Silvia, es sensibilizar y compartir la belleza que nos brinda la naturaleza, proveedora de infinitos recursos. Detener la mirada en lo seco, lo que comúnmente se quema y que para muchos no tiene valor. Para mí, es el comienzo de mis tejidos.”

Silvia sale a caminar por su querido barrio de Malvín, y busca sus materiales, esos de fascinantes colores ocres y marrones, como son los del otoño… Y se sumerge en el diálogo con las hojas y las pinochas.
 
..., "me conecto con la naturaleza de una manera íntima, personal, y extraigo significados  que podrían pasar  inadvertidos para otros.”  Ese diálogo entre la naturaleza y sus manos, la  llevan a concluir una pieza única, que una vez colgada, cambiará el entorno y la mirada del contemplador, cuando se trata de almas afines.




















“Una de las salas,  estará representada por una pieza muy difícil de recolectar como es la Inflorescencia de Agave. 

Planta original de América, que en el norte tiene muchos usos, sus fibras son usadas para tejidos, cestería y bebida... en climas cálidos su crecimiento es mucho más rápido, llegando a su mayor crecimiento en diez años, mientras que por estas latitudes, explica Silvia, demora este crecimiento alrededor de treinta años.
Esta inflorescencia, aquí, llega a sólo cuatro cinco metros de altura, por lo cual, encontrar una pieza de estas características es un regalo de la naturaleza.”


Una inflorescencia, es la disposición que toman y el orden en que aparecen y se desarrollan las flores en una planta cuyos brotes florales se ramifican.
Pero aquí no se trata de una planta cualquiera, sino que Silvia ha elegido la inflorescencia de agave, aquella que Jean Cocteau denominó “la flor suicida”.
Una planta cuya vida está hecha de silencio.

 
























Me gustaría entender mejor la instalación de la inflorescencia de agave.

“Voy a tratar de explicarte la instalación de Agave. De qué se trata...  
Será un espacio con la inflorescencia de esta planta americana que tiene una característica muy particular... en el momento que florece... muere.
Este espacio estará cerrado, con un visillo que me permite ver una mirada acotada de lo que hay dentro... por ahí se verá parte de un tapiz en inflorescencia de dracena.
Si nos animamos a entrar... veremos las piezas, de agave, iluminadas con luz escasa, localizada a las piezas escultóricas de lo encontrado.”



Vivir para florecer; florecer para morir; morir para germinar, el agave es una planta que en pocos días puede alcanzar en climas tropicales, los doce metros de altura. Un verdadero árbol instantáneo, que después de veinte o treinta años de vida, sube como una espiga gigante, dulce y pegajosa, que se transforma en un lecho de muerte para muchos insectos que mueren en el goce de libarla. Luego de la floración, la planta se marchita en cuestión de días, y desde abajo, los rizomas de su raíz generan una renovación que repetirá el proceso. Es decir, una espera de más de veinte años para una floración única que significa su suicidio y a la vez su reencarnación.

..."Silvia propone en Inflorescencia un espacio para admitir que la belleza de cada nacimiento es seguida por un proceso inevitable de finitud y que uno no sería sin el otro. Para volver a nacer, simbólicamente, hay que poder mirar aquello que no está iluminado, aquello que nos limita, que nos duele y volver a construir..." Alejandra González Soca, curadora.


Pero sobre esta exposición, hay mucho más para comentar, ya que la muestra abarca tres salas.

 De las otras dos salas, una contendrá un homenaje a los ancestros. 


Y la principal, tendrá diferentes propuestas desde el telar a la cestería, pasando por unas pinturas con corazón de palmera cosidos.
Mi trabajo, reflexiona Silvia,  es un tributo a mis antepasados paternos y maternos, canarios y catalanes, ambos pescadores, grandes tejedores de tramas.”


Me interesa mucho cómo tú vas  transformando tus recuerdos, y la memoria  de tus ancestros para dar vida a un  hoy  y un mañana…


“Te cuento, Beatriz, la historia de mi familia no la conocí  hasta el 2008, cuando  la vida me llevó a esas tierras. Estaba en un momento  de mucha pena, y mi ánimo no estaba en viajar... Entonces, Sara Pacheco me envía esa beca para que me presente... yo seguía negada... y la borré sin leer. La vida se encaprichó en que viajara, tenía previsto mostrarme mis orígenes... para que aceptara  mi tarea... que tanto dudé seguir en este camino o cambiar de rumbo... “

He seguido tu obra desde hace tiempo, y veo cómo las tramas se van entrelazando, desde el telar criollo y la cestería. Como tú bien dices, nada es casual cuando la tejedora está atenta a la memoria. Nuestro país es tierra de inmigrantes, de algún modo eso es compartido  por muchos de nosotros, y comprendemos mejor la experiencia  cuando los migrantes somos nosotros.  La tierra continúa el paisaje en la memoria…

“Ese año fue bisagra en mi vida... ahí descubrí que Santa Cruz de Tenerife era un lugar conocido... fue mágica esa llegada, era un día de lluvia, sobre las 7 de la tarde... en otros viajes, ese día no hubiera salido... pero me invitó a salir a descubrirla, y pregunté qué tan segura era esa ciudad... me dijeron que era súper tranquila... pedí mapa y salí a caminar por sus calles. Dos años después... llegué a saber  que mis abuelos paternos salieron de ese puerto...


 









Los maternos salieron de San Pol.  Luego,  desde santa Cruz viajé a Barcelona a conocer a primos maternos que me contaron mucho más de mis antepasados...
Ahí empezó mi viaje y la unión de pasado y presente. Lo que hago no es porque si... lo acepto y agradezco... A partir de ahí, trabajo mucho con mujeres... para reconocer juntas el placer de tejer, de juntar, de crear, ya que todas tenemos antepasados emigrantes , como tu bien decís.”

Silvia, tú insistes en que actualmente te es necesario abandonar la zona de confort. Qué significa esto para ti? A través de nuestros diálogos, te he visto siempre en búsqueda, y cuestionándote, incluso con el temor de mostrarte… Tú compartes lo tuyo con otras mujeres, pero seguramente aún te sientes en deuda, por aquello de estar “en una zona de confort”. Me gustaría una pequeña reflexión tuya sobre este tema.

Yo me refiero a la zona de seguridad. Seguro tiene que ver con mostrarme… explorar otras cosas. Descubrirme… tiene que ver con lo que nos paraliza… nuestros miedos. Estar en un espacio de seguridad… nos tiene con una “costumbre” con lo conocido que nos mantiene paralizados. Inmóviles.
Esta muestra es una intención de salir del tapiz y la cestería que si bien forman u ocupan un pequeño espacio… hay áreas de investigación nuevas… instalaciones… otros lenguajes… una apertura a lo nuevo… a lo desconocido… explorándome, con la ayuda de Alejandra, que acompañó el proceso.

A través de tus fotos,  me resultan muy intensas las minis trabajadas con costuras y veladuras de telas leves sobre el tejido de corteza y corazón  de palmera.






















Y también las esculturas en forma de semiesferas... tan insinuantes...























Silvia se pregunta: “¿Crees que sólo las personas privadas de libertad tiene una mirada acotada del afuera?
Todos en mayor o menor medida estamos presos de nuestros miedos, algo que nos paraliza, inmoviliza, que no nos permite salir de nuestro estado de seguridad, de lo conocido, para tener una mirada más amplia de la realidad; para eso hay que hacer movimientos, cambios, descubrirnos, explorarnos y dar un gran salto a lo desconocido…
En una forma simbólica esta instalación nos invita a reflexionar sobre el tema, y hoy… ¿mirarás por la mirilla? o te atreverás a descubrir algo más… 




Será una gran experiencia para el público, acceder a la muestra de Silvia Umpiérrez, “Inflorescencias”, en el Museo del Gaucho y de la Moneda, avenida 18 de julio esquina Julio Herrera y Obes,   del 29 de junio al 25 de julio. 2017.































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